El día siguiente tomé el tren y me bajé en Alpirsbach, una pequeña localidad de unos 7000 habitantes en el norte de la Selva Negra. Allí se respiraba tranquilidad, paseando rincones bonitos y por un parque precioso.
El paisaje urbano está dominado por el monasterio benedictino de mas de 900 años. Es uno de los monasterios del siglo XI del suroeste de Alemania y un impresionante ejemplo de la arquitectura de la reforma cluniacense.
El imponente edificio de piedra de roja se mantiene como testigo de una época pasada, de la profunda religiosidad en la Edad Media, de los trastornos políticos y sociales durante la Reforma hasta la secularización. En el monasterio se ha mantenido un lugar de culto utilizado tanto por la Iglesia Evangélica como por las congregaciones católicas.
Desde hace siglos se ha elaborado una estupenda cerveza en el Klosterbräu Alpirsbacher, utilizando las cristalinas aguas del Kinzig. Se han conservado las antiguas instalaciones, que se pueden visitar para ver los métodos tradicionales de la fabricación de la cerveza.
En una de las bodegas se puede ver como un operario celador llena botellas de 1 litro con una máquina de llenado manual de 1905. Estuve visitando la fabrica con un grupo de jubilados alemanes, y al final nos llevaron a una habitación habilitada como bar para degustar alguna de las cervezas, y fue muy divertido ver como a los pocos tragos se pusieron todos a cantar canciones tradicionales.
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4 comentarios:
Hijo, cada pueblo es aún más bucólico que el anterior.
Ya verás como lo vas a disfrutar!
la carpetad e favoritos de alemania, va engordando
Id apuntando. Y hay mas sitios a los que no me dio tiempo ir!!!!
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