Rodeado por la fosa de agua un derviche giró sin cesar sobre sí mismo, y cinco hombres, todos de impoluto blanco y tocando darbukkas (tambores), sagats (crótalos) y rababas (instrumentos de cuerda egipcios), acompañaron cada una de sus vueltas. El faldón del derviche nunca tocó el suelo, mientras uno de los músicos, todos sufíes (la corriente más mística del Islam) entonaba versos que nombraban el nombre de Alá, ante un recinto completamente abarrotado de un público que les contemplaba absortos.
Un espectáculo muy diferente al típico baile del vientre que se conoce de Egipto, y en un escenario inigualable. Como declaró Mohamed Al-Sayed: "Siento que estoy cumpliendo mi sueño y el de mi maestro al actuar aquí. Este templo representa la tierra de donde vengo, en la tierra donde vivo".
5 comentarios:
Debió ser muy interesante.
creo que los derviches se pillan un colocón con tanta vuelta que no veas. Mejor que tres cañas dobles.
Conxa: fue impresionante, espectacular!
Fanma: es una danza mística, entran en trance de estar venga girar y girar.
Si además la mano hacía arriba significa que apunta la cielo y bla bla bla. Eso lo hacía de pequeño para marearme...ya apuntaba maneras de derviche,
Tu siempre has sido muy sufí :-)
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