Barcelona (VIII)

El 21 de agosto me dispuse a visitar el Eixample, el barrio que se proyectó entre 1854 y 1856 cuando se deciden derribar las murallas de la ciudad, y ampliarla hasta lo que hasta entonces eran municipios independientes como Sants, Sarriá o Gràcia. El proyecto de ampliación es obra de Ildefonso Cerdá, que posteriormente sufrió algunos cambios de su diseño original. Un barrio que respira arquitectura modernista por todas partes, y en el que me quedé embobado viendo fascinantes edificios.
Comencé por la Rambla de Catalunya, que tiene en sus extremos las estatuas El toro sentado en la esquina con la Gran Via y La girafa coqueta junto a la Diagonal, ambas obras de Josep Granyer.


En el cruce con el carrer d'Aragó está la Fundación Antoni Tàpies, un museo y centro cultural para el estudio y la promoción del arte contemporáneo, que abrió sus puertas en 1990. La sede se encuentra en un edificio modernista obra del arquitecto Lluís Domènech i Montaner, construido entre 1881 y 1885, con una fachada que combina la utilización de los ladrillos con hierro, y sobre la que se colocó la escultura Nuvol i Cadira, obra de Tàpies.


En la esquina con la Avinguda Diagonal está la Casa Serra, proyectada el año 1903 por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch. Concebida como casa unifamiliar con aspecto de palacete renacentista, en el ángulo de la fachada se construyó una torre con aire medieval. Sin llegar a ser habitada por su propietario, pasó a usarse como colegio de monjas a partir del año 1908, y desde los años 80 es la sede de la Diputación de Barcelona.


Giré por el Passeig de Gràcia, que se convirtió en el principal centro de residencia de la burguesía entre los años 1900 y 1914, y ahora es una de los principales áreas comerciales y de negocios de Barcelona. Allí se pueden observar la mano de Gaudí a cada paso, como en los diseños de los bancos, las farolas, o incluso de las baldosas de las aceras, con relieves naturistas.


Una de sus obras mas famosa es la Casa Milà, conocida como La Pedrera, construida entre los años 1906 y 1910. De formas orgánicas hay que destacar la belleza de sus balcones de hierro forjado que simulan plantas trepadoras.


Entré y pude ver uno de sus patios, donde disfruté de los increíbles falsos techos de yeso que simulan olas de mar.


Había una exposición de Ukiyo-e (pinturas del mundo flotante), grabados realizados mediante xilografía o técnica de grabado en madera, producidos en Japón entre los siglos XVII y XX, entre los que se encuentran imágenes paisajistas, del teatro y de los cuartos del placer.


Y continué hasta la Casa Batlló, también obra de Gaudí, que recibió el encargo del industrial Josep Batlló i Casanovas de reformar un edificio construido en 1875 por Emili Sala Cortés. Se centró en la fachada, el piso principal, el patio de luces y la azotea; y las obras se realizaron entre 1904 y 1906.
Tiene una fachada impresionante donde se pueden observar las columnas con representaciones vegetales, la carpintería de superficies curvas, las ventanas con vidrios de colores de formas circulares, los balcones con barandillas de hierro con forma de antifaz, y el revestimiento con cerámica de pedazos de cristal de varios colores.