

Luego pasamos por delante del palacio del Gran Duque y del congreso de los diputados.



Esa parte de la ciudad tiene unas callejuelas muy chulas, con casas muy bonitas.



Pasamos también por el museo de arte contemporaneo.



Y llegamos a un mirador, en las ruinas de la fortaleza que dió origen a la ciudad, que tiene una vista estupenda de gran parte de la cuidad, del barrio bajo, que es muy bonito y de los distintos puentes que se han construido para atravesar el rio.






Por lo demas, Luxemburgo me pareció una ciudad bastante aburrida. Todo cierra prontísimo, y en los pocos bares o restaurantes que quedan abiertos se ve a gente trajeada hablando en distintos idiomas, que tienen pinta de ser funcionarios comunitarios o de diversos paises que han ido allí para tratar algun tema, y son lo que salen por la noche a cenar o tomar algo.
Entramos en uno de esos bares que tenía decoración chill-out.



Después de cenar ya nos fuimos de vuelta al hotel, para al día siguiente levantarnos pronto y emprender viaje a Bélgica.
El viaje de vuelta al hotel fue toda una aventura, cayó una tromba de agua que prácticamente no nos dejaba ver por donde ibamos, así que nos despistamos, y acabamos dando una vuelta por lo que parecía una carretera de circunvalación. Pero conseguimos llegar al hotel, aunque tardamos un poco más de lo normal.
3 comentarios:
Me sorprenden esas casas como de pueblo. Es curioso. Luxemburgo es una ciudad aburrida. Mucha gente me lo ha dicho y tu me lo confirmas.
Si, esa parte de casitas es muy chulo, pero la ciudad da para una visita de un dia y poco mas.
Anotado..
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